Sólo creería en un dios que supiese bailar.

Es cierto: no amamos la vida porque estemos acostumbrados a vivir, sino porque estamos acostumbrados a amar. Siempre hay algo de la demencia en el amor. Pero siempre hay algo de razón en la demencia. He aprendido a caminar: desde entonces me permito correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero que se me empuje para moverme de un sitio. Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo por debajo de mí, ahora baila un dios a través de mí.