Dios ha bajado a contarme el capricho de su destino. Después de varias conversaciones filosóficas, me explicó como juega con las personas. Entre miles de sábanas y juegos, la cámara sonaba como una canción cualquiera. Me dijo que quería estudiar algunas líneas que se formaban en mi espalda.

"He de contarte que es difícil acercarse a aquello que más añoras. Sólo puedes verla desde lejos. No puedes tocarla, tampoco acercarte. Os separaba un cristal, un cristal nítido y transparente, que solo entiendes una vez que ya estás casi cerca.
La ves, en aquel rincón. Pero esta ahí ese cristal, es infranqueable. Puedes verla desde lejos, en aquella esquina. Sola. Rodeada de árboles. Esperando la luz de cada mañana. Pero nadie logra acercarse. Nadie intenta cruzar esa barrera simple e inútil. No fue creada por esas manos para estar sola. Si para estar donde está, rincón perfecto, pero no donde las personas no puedan acercarse, a mirarla, a tocarla, a sentirla, abrazarla...
Es el destino de algunas. Después de unos cuantos minutos con la cara pegada en ese cristal. Decidí darme la vuelta e irme. Así como hacen todos. Pregunté y no me dejaron pasar. Me sentí en ese momento estatua de bronce en ese jardín. Rodeada de verde y de luz. Pero sola, inmóvil y fría. Solo pueden pasar algunas personas de bien. Los que tienen un pase vip a ese paraíso. En que algunas yacemos inmóviles. El tiempo pasa, los días pasan y ella sigue ahí de pie, con los brazos abiertos, pese al tiempo, la lluvia, la tormenta."



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