Cuando un cuerpo es cuerpo y deja de ser cuerpo para ser sexo.
Cuando araño es que no aguanto más, mi yo deja de ser yo, se eleva y paso a verme desde otro lado.
Hoy me arañaba la nalga, en esa curva exacta entre mi sexo y el resto de mi espalda.
Me la arañaba, cuando mi yo deja ser yo, cuando mi cuerpo solo es cuerpo. Me clavo las uñas.
Pierdo la noción del volumen de mi voz y mi yo deja ser yo y paso a dejar de controlarme.
Ya no veo nada, ya no siento nada.
Hoy sentía como dos cuerpos desnudos podían pasar a ser uno solo, cuando la piel ya no es ni de uno ni de otro, cuando ya no sientes el dolor, cuando ya no te importa, sólo lo quieres más adentro, más fuerte. Eres esclavo del sexo opuesto. Le necesitas para sentirte entero.
Te gusta como sube y baja encima de ti, te gusta como se agarra a tu espalda y aprieta su pelvis contra ti, quiere más, ese modo de moverse...
Le gusta tu impaciencia, ese juego de niño, que lo quiere tocar, tener, y no se aguanta. Ese modo de cerrar los ojos y suspirar. Le gusta como la agarras de las muñecas, como en su espalda dejas de ser tu para ser otro, como le duele.
Te gusta como te agarra las piernas, su lengua, sus labios que sin ningún prejuicio dejan de tener límites. Por que tu eres como ella, te gusta. Te gusta que te lo haga despacio y empujar su cabeza contra la pared, agarrarla del cuello y empujarla. Te gusta el punto exacto entre lo obsceno y todo lo demás. Te gusta como te la aprieta, como la toca. Te gusta como se los mete en la boca, como los besa, despacio. Te gusta como juega contigo, como aguanta y se va. Aunque no lo sepas o no lo quieras ver, no es que te gusta cómo lo hacen, te gusta su modo de hacerlo.

Has dejado de perder la cuenta. Ya no le importa. Podría gritarlo. Es adicta al sexo.
Pero no a cualquier sexo, no a ese juego barato, en que buscas un equilibrio que no llega, un movimiento que no es el tuyo, una pasión siempre insuficiente.
Le gusta el sexo del deseo de otro cuerpo, de ese vicio, de ese juego en que lo tomas o lo dejas, como se lo gritan al oído en un baño cualquiera, como entra entera, como le duele, como la buscas, como le agarras la mano, como se lo tocas, como le metes la mano por debajo del jersey, como te mueves, ese movimiento, porque la piel también recuerda.
El movimiento.


Ahora muévete.
Si no lo haces, ya lo he hecho yo por los dos.
Casi todos los días.

2 comentarios:

  1. Joder Amanda, con esto dejas a uno patidifuso...
    Eso que describes es muy no sé, me acabas de dejar descolocado (No sabia yo esta faceta tuya) Eso de lo que ahí hablas, es algo muy complicado de tener y de encontrar.
    Apoyo el comentario de Buuuuuf....

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