Hoy me salieron las lágrimas, fue inconsciente.
Me agarraba fuerte a la almohada con una mano, y con la otra a la pared.
Mientras gritaba, justo en el mejor momento, me sorprendí llorando.

Cuando acabe deje caer mi cabeza en la almohada, y vi como mis lágrimas salían.
Llevaban tanto tiempo ahí dentro, esperando.
En realidad no sentí nada, ni siquiera pensé.
Traté de entender, el por qué. Pero mi corazón no dio respuesta alguna.
Todavía tenia la respiración alterada, y sentí como la manta tocaba mi cuerpo desnudo.
Así que me rendí, y continué llorando desnuda.

Me pareció uno de los momentos más bonitos de mi vida.
En casa no había luz, pero podía ver reflejada la cara de Wally en el marco de fotos, con la luz que entraba por la ventana.
Viendo su cara, me he dado cuenta, de que ya no estoy enamorada. Creo que es la primera vez en toda mi vida, que no estoy enamorada de una Idea, o de Algo en sí mismo.
Dudo mucho que encuentre Algo que pueda saber estar a este nivel, con nivel me refiero, a este grado de sensibilidad en el que se encuentra mi vida ahora mismo. Alguien capaz de seguirme donde vaya, con este modo particular de desnudarme sola y abrazarme. Que no le importe el frío o el calor.
A pesar de eso, no rompería jamás esta soledad sagrada que hoy me da esta paz. Es paz lo que siento, este silencio. Esas ganas de ser yo y no ser otra. Por primera vez, en mucho tiempo, siento que me buscan a oscuras y no me encuentran. Esos ojos que me miran.
Estoy cansada, de palabras, de príncipes y diablos, de armaduras y de púas, de guerras, de batallas, de trenes, de tratar de entender a las personas. He dejado de ser, unos ojos que miran.

Hoy en el bus, un chico me rozó la espalda, y al pasar me levantó la chaqueta, que se engancho a su reloj, justo al final de la espalda. Lo hizo sin darse cuenta y al darse la vuelta mientras trataba de deshacer el nudo que se formó, sus manos tocaban mi espalda. Estaba pegado a mi cuello, tratando de quitar el reloj. Tenía las manos frías. Pude sentirlas. Sentí su respiración en mi cuello. Todos nos miraban. Él se puso nervioso.
Se me formó ese nudo en el cuello, y toda mi piel sintió el tacto exacto de su piel. Fueron tres segundos. Suficientes. Me imaginé que lo hacíamos en medio de ese autobús. Me lo imaginé en mi cama. Lo tenía en mi espalda.
Fueron solo tres segundos, en ese tiempo, consiguió liberar el reloj y bajarse del autobús.
Esos tres segundos, fueron suficientes para llegar hoy a casa, y haber sacado esta conclusión, para haber llorado, y para haberme quedado desnuda en cama.

3 comentarios:

  1. como mirarme en un espejo.
    Muy bello el texto

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  2. y echaba de menos pasarme por aquí

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  3. Lo mismo digo... demasiadas cosillas encuentro en común.

    Yo tampoco quiero romper con este silencio, esta paz, esa tranquilidad... la necesito y me niego a perderla o a que alguien me la quite. Y también estoy cansada de esas cosas que mencionas ahí... sobre todo de tratar de entender a las personas. Como dije en una entrada de mi blog, he dejado de esperar algo de las personas, no creo en ellas, al menos como lo hacía antes.

    Un abrazo chiquilla. Eres muy buena :)

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