A veces, cuando una puerta se cierra, se abren 50 de golpe.
Todas las ventanas tienen vistas al mar, y entra el aire fresco.
Ayer fuimos a celebrar muchas cosas buenas, y mientras me daba el aire del mar en la cara, y veía el sol ponerse encima del mar, en las curvas con la moto mi cuerpo se dejaba caer tranquilo y seguro. Me agarraba fuerte a mi amigo, con esa confianza en las personas de que nada malo podría pasarme a su lado. Me decía: tu déjate llevar conmigo.

En ese momento supe que si me moría, me moría con una sonrisa enorme en la cara. Pensando que a veces la vida, siempre devuelve lo que das, y uno mismo es el único responsable de todo lo malo que sucede.
¿Por qué? Es simple, no puedes evitar tropezarte con personas que no saben valorarte, ni puedes evitar cometer errores, ni puedes evitar que el mundo juege contigo. Pero sí eres responsable de que eso te afecte de un modo u otro, y sí eres responsable de con quién compartes tus sueños.

Yo soy feliz con muy poco. Me basta con una canción, una cocacola y un libro en el bolso. Saber que tengo personas cerca, a las que acudir en busca de abrazo y de ayuda. Las que se alegran de mis triunfos, y las que se asustan de mis "desgracias". Esas son las personas, con las que merece la pena compartir mi alegría y mis ganas de vivir.
Entonces un buen día llega el día en que te vas, y sólo te queda esperar haber sabido exprimir de ellos sus mejores sonrisas y saber que aún en la distancia, ellos van a estar a mi lado. Esos que nunca me han abandonado.

Yo sí te quiero, vida.

2 comentarios:

  1. Me encantó. Qué vivan esas buenas y bonitas sensaciones :) Un abrazo enorme chiquilla!

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