El precio de la soledad

Cuando has construido tanto con tan poco...
Tienes ese espacio vital e infranqueable, ese trozo de tierra, ese aire limpio. Entras y suspiras, lloras cuando lo necesitas, puedes ser tu misma, no tienes que fingir.

Soy ausente. Me siento ausente.
Me he convertido en alguien demasiado tranquila. Respiro paz en mi casa. Cada vez más, me gusta esa tranquilidad, me cuesta encontrar ese equilibrio con las personas, echo de menos sentarme con alguien frente a frente y no tener que decir nada. Solo estar, sin hablar. Echo de menos tener a alguien cerca que sepa que a mi lado no hacen falta muchas palabras, que cuando me vea con mis ojos controlando el espacio alrededor, no me pregunte que me pasa, porque no me pasa nada. Soy así. Echo de menos la tranquilidad de tirarme en el sofá con alguien cerca, y que entienda que me gusta ver la televisión tranquila. Que entiendan que me quedo dormida pronto.
Al construir nuestro espacio, y en ocasiones compartirlo te das cuenta de lo distintas que somos las personas. De lo incompatible que soy con el resto del mundo, y del alto precio que tiene mi soledad. De lo tranquila que vivo sola, de lo mucho que echo de menos un buenas noches...

2 comentarios:

  1. La soledad no tiene precio... habría que valorarla más y no verla como algo negativo o triste.

    Interesante entrada, señorita, como siempre. Y aunque no sea lo que realmente esperes y eches de menos, te dejo un buenas noches desde aquí. Abrazo

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  2. te entiendo perfectamente, la vida te cambia para bien o para mal pero hacemos nuestro espacio y eso no esta mal, estamos tranquilas, sosegadas pero yo muchas veces me pregunto y por qué?
    Un saludo

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