En la vida de una persona, hay momentos en que una decisión equivocada y una negativa nos llevan por el camino de la alegría.

Estoy en una época asocial, en la que paso 22 horas del día sola, sólo 2 horas con alguna que otra persona que merezca la pena, el resto de horas, las paso leyendo, soñando, pintando, bailando, aprendiendo y moviéndome.
Esas dos horas acompañada, son para mí un regalo, no dejo de sonreir.
Creo que es así, como se contribuye a un mundo mejor, y como se ayuda a los demás.

La gente me dice que últimamente tengo una luz especial, que mis ojos brillan más de lo normal, y que se me ve más feliz que nunca.
Es principalmente, porque aprendes a transmitir toda tu alegría a la otra persona que tienes cerca. Te esmeras en poner una gran y enorme sonrisa. Y tratar de aprender, que nada merece más la pena que compartir una vida. Y quizás, cuando realmente estás solo, aprendes a ver mejor que los demás: Aprendes a diferenciar quién realmente te aprecia a ti, que persona está a tu lado. De este modo, compartir tu tiempo, es un regalo. Y tu te conviertes en un regalo para los demás.

Así que con toda mi alegría y mi sonrisa más enorme...
¡Muévete!

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