He estado esperando este momento,
casi podría decirse que toda mi vida.

En que ya has pasado por todos los estados
y te encuentras con tu vida en blanco y todo el pasado perdido.
No hay un solo ruido.
Todo se oye.

Sé que no esta del todo bien.
Pero es real.
Era imposible, pero ha sido posible.

He estado esperando este silencio,
toda mi vida.
Era solo cuestión de tiempo.
Pero así me tenia que encontrar,
perdida y con peso a mi espalda,
para ayudarme a cargar con ella.

No hace falta decir nada,
me han mentido, no hace falta entenderse.
No sirve de nada entenderse.
No nos entendemos en absoluto,
pero tu me buscabas y me encontraste cada día.
De una manera u otra, nos buscábamos.

No hace falta nada.
Solo aparecer en el preciso momento,
y no irse. Agarrarse fuerte de una mano y caminar.
No soltarse.

Hace falta que me queden bien los pijamas de talla XL de mi padre,
algo de tiempo, sonreír.
Buscar mi cara entre tanta gente.
No juzgarme.
No querer cambiar nada de mí.

Hace falta, poco,
porque voy a agarrarme tan fuerte de esa mano.
Agarrarse fuerte...
no porque yo sea la única mano que está ahí,
si no porque en verdad, mi mano es la más fuerte.
Esa que nunca ha de soltarte. Pese a las tormentas,
la lluvia, el granizo, el frío, incluso aunque me quemes...
Una vez me la des, si merece la pena,
no voy a soltarlo.

Es que a mí ya me han soltado tantas veces,
que sé que no merece la pena maldecirse.
Solo pensar, que una vez entras en este silencio,
vas a estar más atento, más sensible,
conocer mejor a las personas.
Por eso lo sé.

Sé que, si agarras mi mano ahora,
no vas a soltarla.
Aunque nunca hayas estado aquí.
Pero es que has estado,
cuando más lo necesitaba...

En este momento.
Hoy. Ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario