Lazy eye.
Yo:

Amanda, dueña y señora de mi corazón
y todos los órganos colindantes.
DICE:

- Hace exactamente mucho tiempo, alguien me saco esa foto.
Quiso sacarme el ojo, pero solo consiguió la foto. Era un día con tiempo raro.
Alguien quiso sacarme el ojo, porque decía que mis ojos eran bonitos y quería guardarse uno. Así que sacó la foto.
Nos sacamos tropecientas fotos de los ojos, sonriendo, de lado, un beso, un abrazo, enfado, cara rara. La cámara era nueva.
Nos sacamos fotos de cada parte de los dos. La primera fue la del ojo.
Yo era super feliz, creía en tantas cosas, confiaba en tanta gente.
Con una de las fotos de ese día, yo fabriqué un cojín. Era un cojín super raro, pero era un cojín. Me encantan los cojines. Así que, del día feliz, hice un cojín.

Como ha cambiado todo lo demás, pero el ojo, el ojo sigue exactamente igual que ese día. El cojín, puede que haya desaparecido, pero el ojo os aseguro que sigue igual.
Recuerdo las fotos, recuerdo la ropa, recuerdo el regalo, recuerdo lo que vino después, recuerdo lo que escribiste debajo del ojo, recuerdo la parada del bus, recuerdo que no nos importaba la gente.
Recuerdo muchas cosas de mi vida. Esa es una de ellas, la foto del ojo.
El ojo, el ojo sigue igual. Ha cambiado cada centímetro, cada rincón de mi cabeza, pero el ojo...
Cambian, pasan, crecen, gritan. Pero el ojo, ¡HAY EL OJO!
El ojo sigue ahí, siendo testigo de los cambios.
Tiene gracia.
Lo que más nos aporta, lo que no cambia.


Permanece.
Todo está ahí.
En mi ojo.

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