Ya ha llegado la fase del impulso.

He visto con claridad
hacia donde me llevaba este tren,
y he decidido bajarme.


Estoy en la estación.
No llevo maleta,
solo una bolsa con libros.

No se si en esta estación
hay trenes que van en dirección contraria,
o si debo buscarme un destino distinto.

Me dicen que busque un destino,
voy a la recepción,
y tiene gracia, esta estación es el centro.
El centro de todo.
Buen acierto al bajar.

Eres libre Amandita,
libre para escoger destino,
el que tu quieras.

Le pido el billete.
Le digo:
- Por favor, que este tren no vaya en la dirección equivocada.
Me contesta una voz:
- Señorita, debe usted saber ver bien las señales. Todos los trenes indican hacia donde van, y el porqué. Se ha subido usted sin ver las señales.

- Puede ser, soy muy impulsiva y subo sin mirar, pero le pregunté a un revisor que estaba en la puerta y me dijo que el tren iba hacia X. Yo me fié de su palabra, pero el tren resultó ir hacia IN.
No me baje porque creí que iba hacia X, pero viendo el paisaje, ha llegado un punto de mi viaje que supe que viajaba hacia IN.
- Ese revisor creo que era un farsante, un vendedor de monedas, un ambulante. Ha tenido suerte esta vez, de bajarse aquí, y no haber llegado hasta IN, allí las cosas son frías, horribles. Nadie hubiese podido ayudarla a encontrar el destino acertado.
- Vaya...

Mi bolsa de los libros, pesa poco.
Acabo de descubrir lo que se me ha olvidado en el tren.
Viaja hacia IN.

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