Todo pasa.
Los recuerdos, los abrazos, los cuadros, el arte, el óleo, el olor, la piel, la lluvia, la tempestad, la calma, la felicidad, las lágrimas, el calor, el frío, las mantas, los bartulos, el agua, el miedo, el adiós.. Incluso, pasan las oportunidades, los sueños perdidos, el tiempo amargo, y los que de dos pares de ojos encontrados han pasado a ser nada.
Solo hace falta, el atisbo de un hombre, para darse cuenta de que, empapándose paulatinamente de razón, su origen en la sinrazón resulta improbable.


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