Me gustaría pensar, que todas las veces en que mi felicidad se ha visto afectada, haya sido por conseguir algo mejor.
Me gustaría tener la certeza, de que al menos en toda la historia alguien saque algo de provecho, aunque no sea yo.
Me gustaría pensar que al menos voy a aprender algo, que al menos el no hacer caso a mi corazón me sea de utilidad.
Me gustaría pensar, que esta sensación de estupidez y humillación se pueda ir algún día de mi vida.
Me gustaría pensar, que estoy sola de verdad y que no me queda nada más que lo que hay hoy aquí.
Me gustaría creer, que no hacer caso a mis sentidos y a lo que llevo dentro, me lleve de verdad a alguna parte.
En verdad, sé que no es cierto.
Sé que no hacer caso a lo que llevas dentro nunca va a traer nada bueno, y que simplemente te conviertes en un barco a la deriva, que has dejado de escuchar el río, y vas a ir a parar a dónde todos paran. Pero no puedo hacer nada, soy incapaz de mover un solo músculo, soy incapaz de rendirme a la situación, soy incapaz de intentar nada, soy incapaz de ser Amanda.
Odio esta mediocridad y esta falta de amor en mi vida.
Es cierto, odio las personas así, odio ser una cobarde. Odio este capítulo de mi vida. Odio a la gente que nunca apuesta por nada, odio a la gente que no se implica, odio a la gente que no se mueve, y odio a la gente que no cree en lo que siente.
Y me he convertido en una de tantas, en una más. En una de esas personas mediocres que han dejado de creer en todo.
En esto me he convertido, en alguien que sale corriendo cada vez que alguien se acerca.

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