A veces guardamos las cosas en un cajón.
Lo cerramos con llave con la esperanza de no volver a abrirlo nunca más.

Aunque no las veas, están ahí.
Sabes que tienes la llave, y que cuando quieras puedes abrirla y recordar.
Pero se trata de una barrera psicológica,
al estar en ese cajón haces como que No están, que No existen.
Pero están, existen, y las sientes.

Las sientes. He estado guardándolas en una caja, una a una.
Y no ha servido de nada.

Hay cosas que nunca deben guardarse, ni intentar olvidarse.
Al igual que hay otras que no deben saberse.

Es todo mucho más sencillo de lo que parece.

Hoy me meteré en la cama con esa sensación que tienen algunos,
de rareza disimulada, de soledad vendida.

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