A veces es necesario volver a enamorarse de algo, para sentirlo tuyo otra vez.
Vuelves a enamorarte de una canción, de un gesto o de una costumbre.
A veces necesitas volver a enamorarte de tu vida, y necesitas querer la soledad.
A veces puedes llegar a odiarla y necesitar echar de menos eso que, un día buscabas, encontraste y estropeaste.
Yo me volví a enamorar de muchas cosas de mi vida,
me volví a enamorar de mi misma, otra vez.
Volví a enamorarme de mi carrera, y de las ganas de ejercer.
Volví a enamorarme de "La habitación roja", un grupo que durante años odié.
Volví a enamorarme de pasear y de recorrerme sola las cafeterías.
Volví a enamorarme del café.
Volví a enamorarme de darme baños de dos horas.
Volví a enamorarme de leer libros antes de dormir.
Volví a enamorarme de algunos recuerdos, y de sensaciones.
De esa sensación que tenía en los recreos, cuando sabía que iba a verle y salía corriendo de clase, después de estar una hora viendo el reloj.
De esa sensación cuando llegaba el fin de semana, y no había para mí nadie más que él y nos pasábamos horas tirados en el pasillo de casa.
De cuando dormimos por primera vez juntos en una tienda de campaña, y para mí aquello era como el cielo mismo.
Cuando en verano se iba y me pasaba los días echándole de menos, como si no existiese otro mundo para mí.
Hoy, todo eso queda lejos y es más fácil volverse a enamorar de algo que ya no nos duele.
Pero hoy puedo decir que volví a enamorarme de muchas cosas de mí recientes, como de las primeras veces que hablábamos por el ordenador, de las primeras canciones me mandaba, de la primera vez que hizo el camino y me dijo: espérame voy en camino.

Volví a enamorarme de alguien que, vivía con intensidad plena todo lo que le sucedía, y hacía suya cualquier persona. Volví a enamorarme de esas ganas que tenía, de cruzarme el país con alguien a quien apenas conocía, de esa confianza ciega en mi corazón. Volví a enamorarme de esa Amanda que actúa por impulsos, y le importa bien poco el protocolo. De la que se va de repente del país en busca de algo, y de la que necesita muchos abrazos al día para ser feliz.
Y aunque en mi vida, sólo sea yo, la que me ame a mí misma y a todo lo que fui y soy, y la que no haya cambiado, me llega y me basta.
No me sirven de nada, los consejos de que debo cambiar, ni me sirve de nada que me digan que jamás olvidarán mi sonrisa. Porque si la olvidarán, si se han olvidado de todo lo demás, también se olvidarán de eso. No me sirve de nada, ver el comienzo al final de una etapa, porque mi vida no funciona por etapas, que cierro y abro a mi antojo, que decido poner fin a una etapa de mi vida romper y empezar de nuevo esperando que todo cambie, porque yo por dentro sigo siendo la misma que ayer y no cambio de corazón. No me sirve de nada, los consejos de la gente, la esperanza de: "ya verás, eso es porque estás creciendo" O " es el final de una etapa de tu vida"
Para mí esto no es crecer, es estar dando vueltas a ciegas intentando buscar algo que no se mueve. Ni es el final de ninguna etapa porque me veo en el espejo y sigo teniendo los mismos ojos grandes de ganas de vivir. Las etapas no se acaban, suceden.
Para mí, esto es volver a enamorarme de mí misma, de mi yo soñador.
De levantarme y decir: Hoy pese a todo, voy a tener un buen día.
Y tenerlo...

3 comentarios:

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  3. pero bueno a ti que clase de ataque te dió?.... ¬¬
    que los grados te afectan al cerebro? no te lo decia con maldad, te lo dije porque me da apuro q me cuentes tu vida por aqui

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