Es alagador...

Pues ésta es la verdad: he salido de la casa de los doctos, y he cerrado la puerta detrás de mí. Durante demasiado tiempo mi alma estuvo sentada hambrienta a su mesa; yo no estoy
adiestrado al conocer como ellos, que lo consideran un cascar nueces.
Amo la libertad, y el aire sobre la tierra fresca; prefiero dormir sobre pieles de buey que
sobre sus dignidades y respetabilidades.
Yo soy demasiado ardiente y estoy demasiado quemado por pensamientos propios: a menudo me quedo sin aliento. Entonces tengo que salir al aire libre y alejarme de los cuartos llenos de polvo.

Pero ellos están sentados, fríos, en la fría sombra: en todo quieren ser únicamente espectadores, y se guardan de sentarse allí donde el sol abrasa los escalones.
Semejantes a quienes se paran en la calle y miran boquiabiertos a la gente que pasa: así
aguardan también ellos y miran boquiabiertos a los pensamientos que otros han pensado.
Cuando se las dan de sabios, sus pequeñas sentencias y verdades me hacen tiritar de frío: en su sabiduría hay a menudo un olor como si procediese de la ciénaga: y en verdad, ¡yo he oído croar en ella a la rana!

Son hábiles, tienen dedos expertos: ¡qué puede mi simplicidad en medio de su complicación! De hilar y de anudar y de tejer entienden sus dedos: ¡así hacen los calcetines del espíritu!

Se miran unos a otros los dedos y no se fían del mejor. Son hábiles en inventar astucias pequeñas, aguardan a aquellos cuya ciencia anda con pies tullidos, aguardan igual que arañas.

Siempre les he visto preparar veneno con cautela; y siempre, al hacerlo, se cubrían los
dedos con guantes de cristal.
También saben jugar con dados falsos; y los he encontrado jugando con tanto ardor que
al hacerlo sudaban.
Somos mutuamente extraños, y sus virtudes me disgustan aún más que sus
falsedades y sus dados engañosos.
Y cuando yo vivía con ellos vivía sobre ellos. Por esto se enojaron
conmigo.
No quieren siquiera oír decir que alguien camina por encima de sus cabezas; y por ello
colocaron maderas y tierra e inmundicias entre mí y sus cabezas.
Así amortiguaron el sonido de mis pasos: y, hasta hoy, quienes peor me han oído han
sido los más sabios de todos.
Entre ellos y yo han colocado las máculas y debilidades del hombre: «techo
falso» llaman a esto en sus casas.
Pero a pesar de eso, vago con mis pensamientos sobre sus cabezas; y aun cuando yo quisiera caminar sobre mis propios errores, continuaría estando por encima de ellos y de sus cabezas.

Pues los hombres no son iguales: así habla la justiciaa , ¡y lo que yo quiero, eso, no podrán quererlo ellos!

Así habló Zaratustra

3 comentarios:

  1. Hace un tiempo viaje hasta la galaxia de Andrómeda. Una vez allí, miré con mi mente hacia la tierra, era tan pequeña como una pequeña mota de polvo en el espacio curvo. Por más que agudice todos mis sentidos solo veía una bruma moverse lentamente y sonidos entrelazados como una jaula de grillos. No había sabios o ignorantes, encimas ni abajos, aquí ni allí, solo burdos mundos fabricados por la imaginación. Era la visión de lo insignificante, la poca importancia que tiene lo que digan los demás, hasta lo que diga Nietzsche.
    ¿Acaso crees que una neurona ciega de ira y de rencor merece que nos suicidemos frente a las vías del tren? Es posible que un segundo antes del impacto nos demos cuenta que era un error.

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  2. ¿Y porque al llegar a la Andromeda no te quedaste alli tocando la zambomba?...
    Me haces mucha gracia, Nietzsche por lo menos es realista, tu vives en otra galaxia... y más alla de proponer, emborronas todo con frases elegantes carentes de significado.
    Dime, puto genio... ¿Porque mezclas Nietzsche con el suicidio? reformulo la pregunta... ¿Que te dice a ti la palabra vitalismo?

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  3. Steppenwolf...
    una vez le preguntaron a alguien.. "¿Qué haces en tu poco tiempo libre?"...
    La respuesta fué: Hago punto, estoy haciendo un jersey.
    Acto seguido preguntaron; ¿y para quién haces el jersey si puede saberse?...
    Con toda la naturalidad del mundo respondió: Pues para quién quiera ponerse el jersey.


    Ella, era Edtih Piaf. Tenía reuma, estaba muriendo, no podía cantar, pero hacía un jersey. Esta es una máxima aplicable hasta desde Andrómeda. ¿No crees?

    gracias por comentar. ;)

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