Arquitectura para la cabeza.

Hoy no ha sido un día como otro cualquiera.
Nunca me he caracterizado por ser una mujer coqueta, y cuanto menos apañada para el pelo.
Después de dos semanas horribles, acudiendo a la tijera para la relajación, mi cabeza parecía un nido de pájaros. Mi sincera madre me dijo: Así no puedes irte a Berlín.

Así que decidí darme el lujo, y pedí cita en una de las peluquerías más caras de todo Vigo. Una vez entré me tartaron como una princesa, una bata negra, un buen masaje de manos y de cabeza, estaba en el cielo.
Entonces la ví. A mi peluquera. Se paralizó el tiempo para las dos.
Le dije: "hazme lo que quieras".
Su cara se iluminó. Con una destreza alucinante empezó a mover las muñecas y a menear las tijeras y el peine de un lado a otro. Yo casi no quería verme, porque la verdad con el poco pelo que tengo jamás creí que podría mejorar mucho mi aspecto.
Entonces pude verme una especie de cresta extraña.
Ella estaba encantada conmigo, creo que jamás una cliente le dijo: hazme lo que quieras.
Entonces sacó una cámara enorme y comenzó a sacarme fotos. Y aquello se convirtió en un espectáculo. El resto de clientas estaban a nuestro alrededor cuan palomas al maíz.

En fin, sin quererlo, me hizo allí una sesión de peluquería de las de verdad. En total 20 peinados y 50 fotos. Yo no podía dejar de reírme, que si un tupe, que si esto, que si lo otro.
Laca, cera, mil productos que jamás pense que existían. Al final la cosa no me hacía tanta gracia porque no me apetecía ir así por la calle y le dije que porfavor me hiciese un peinado más "normal".
Entonces con sus manos creo una especie de curva perfecta con mi pelo. Era una arquitecta.
Todo pelo tenía su lugar como una estructura compleja, si uno se movía el resto caía.
Se enamoró de mí y de mi cara, y me dijo que le gustaría contar conmigo para un desfile que tenía en Navidad.
Mi cara fué: ¿YO?
Y me dijo: ¡Sí tu cabeza es perfecta! Por supuesto te lo vamos a pagar.

Claro, al escuchar dinero mi opinión sobre el asunto cambió radicalmente. Le dije que iba a estar fuera, pero que en cuanto volviese no me importaría volver a hacerme otra "ultrasesión".

Entonces me maquilló, y me hizo dos líneas extrañas debajo de los ojos y me sacó unas cuantas fotos para su catálogo. Jamás pensé que me ocurriese esto a mí: la gitana del pelo a la que no le gusta peinarse.
Cosas de la vida.

La bromita me costó lo suyo, pero el caso es que mi cabeza parece una obra de arte, porque de como estaba a como está hay un abismo de 50 km. Lo que es capaz de hacer el ser humano.


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