Trayecto en tren.

Me encanta viajar en tren, y más todavía con conexión a internet.
El trayecto Santiago - Villagarcía es precioso.
Las vías del tren van pegadas al Camino de Santiago.
Así que he pasado viendo a muchos peregrinos,
iban con su poncho, sus palos y sus mochilas...
No se porque en esta época hay tantos, pero he visto unos 50.
Me encanta viajar en tren,
me parece limpio y tranquilo.
Me encanta sentarme en la parte derecha del tren e ir viendo por la ventana todo lo que sucede.

Hay una parte del trayecto en la que el tren pasa bordeando el mar,
creo que por ese sitio solo pasa el tren,
así que esas vistas son exclusivas de las personas que viajamos en la parte derecha del tren.
Se ve la ría de Villagarcía, y el tren parece que pasa por encima del mar.

Recuerdo que cuando viajaba con Él siempre nos peleábamos por ir sentados en la ventanilla para poder ver esos tres minutos de gloria. Y nos dábamos la mano mirando esas vistas privilegiadas de viajeros. Era un momento sagrado para los dos, que nos gustaba viajar acurrucados viendo por la ventanilla todo lo que pasaba.
Cuando lo dejamos, recuerdo que me dijo que siempre que pasase por ese punto del trayecto se acordaría de mí. Me acuerdo que me había dicho que le iba a dar mucha pena pensar, que nunca más iríamos juntos en el tren viendo ese rincón de nuestro peculiar paraíso.

Hoy viajamos en el mismo tren.
Yo casi lo pierdo, hoy llueve y he llegado empapada a la estación. Después de luchar contra la maleta, la chaqueta y el taquillero que no me quería vender el billete, conseguí mi objetivo.
Cuando llegue a la vía, lo vi de pie a unos metros de mí.
Sé que me había visto porque suelo ser bastante patosa y escandolosa, seguramente se estaría riendo de mis pelos, de mi modo de luchar contra las inclemencias del tiempo, de mi cara roja de haber llegado corriendo, y de mi modo de revolver el bolso en busca de todos mis trastos. En eso no seré capaz de cambiar nunca.

Yo viajaba en el coche seis, Él puede que en el cuatro, no estoy segura.
Casualidad del destino que hoy coincidamos en el tren, después de casi un año sin vernos las caras.
Cuando le me acordé de la historia del tren, y me senté en la parte derecha.
Ni siquiera me ha saludado, pero sé que estaría pensando lo mismo.
Y sé que por un motivo u otro se habría acordado y se ha sentado en el lado derecho.
Porque lo conozco más que cualquier otra persona, y aunque los dos hayamos cambiado mucho,
en el fondo somos los mismos, igual de soñadores.
No nos peleamos por la ventanilla, porque no viajamos juntos.
Vamos en vagones separados, pero en la misma dirección.

Cuando el tren paso por el rincón, sonreí enorme. Llevaba toda la semana sin ser capaz de sonreír.
Estaba todo precioso porque hoy hay mucha niebla, y el sol se dejaba ver entre los bancos de niebla reflejando en el mar. Me hubiese gustado sacarle una foto.
Me vinieron a la mente recuerdos bonitos.
Y pasó, solo fueron dos minutos, pero me sentí más unida a él que en mucho tiempo en muchos años. En el tren.

Hay cosas de las personas que hemos querido tanto que se llevan dentro siempre, y soy capaz de sonreír acordándome de todos los años que viajamos juntos en este tren. A pesar de todo, creo que él ha sido de las personas que más me ha querido, y hoy me doy cuenta de lo que injusta que he sido.
Hoy el destino ha querido que los dos estuviésemos en el mismo tren a la misma hora.
Justo siete días antes de que me vaya, y justo cuando decido coger este tren sin tenerlo planeado.

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