Del sexo y del arte.





















Pero la imagen no está en el espejo, está en el ojo del que la mira. La imagen que de nosotros mismos percibimos depende de nuestra valentía o de nuestra propia asunción, de la misma forma que la imagen del pasado depende de nuestra interpretación de la memoria, del influjo que tramonta en la revisión de cada historia.
La historia es lo que fue y lo que Amanda ahora rememora, los detalles que estuvieron y se han olvidado y los que no existieron nunca pero se inventan. La historia es la que vivió en su día y la que revive ahora, y no se sabe cuándo ha sido vivida con más intensidad.

Hace falta imaginar a una chica triste y perdida, bajo un cielo nuevo, en una ciudad desconocida. Sus pies transitan a pasitos curiosos en el pavimento gris y anónimo de la ciudad.
Esta chica es ella, o la imagen de ella. Se detiene.
Recuerda que el interior estaba oscuro y un murmullo de música le zumbaba los oídos.
¿Cuándo has venido? ¿Cuánto tiempo te quedas? ¿Es verdad que no conoces a nadie? ¿Qué es lo que te decidió a venir?

Espera y Pregunta éramos. Lo aferró con una urgencia que nunca había expresado antes, y sintió cómo en su mano, ave depredadora, se agitaba aquella virilidad, cálida y viva. Todo se hizo común, se extendió.
Ya decía Valmont que el camino más directo a la perversión pasa por la inocencia absoluta. Después de haber ingerido una capsulita roja y blanca, sintiéndose muy muy tranquila, tan laxa como si no tuviese músculos y huesos, cerró los ojos y se transportó a otra dimensión. Era un pequeño punto de luz dentro de una enorme llamarada aquella lengua, la lengua helada que se paseaba por su espalda, por su cuello. De pronto, todo ella era cuello.
Sólo existía esa parte de sí. Y según se iba moviendo aquella lengua, dejó de ser cuello para pasar a ser pezón, a ser ombligo...
Fotos por todas partes, libros por todas partes, música por todas partes.
Sexo y arte en la misma cama.
Fotos a cada pliegue de su cuerpo, a cada gesto, a cada sonrisa.
Dijo: "Me gustan las antenas rosas de los elefantes...." Nada más.

No entendió en absoluto. No quiso preguntar.
Pero esta mañana, tirada por la misma mano inocente, entendió todo significado. Rodeados de arte por todas partes. Dijo: "A mí, también me gustan las antenas rosas de los elefantes"
En menos de 24 horas supo que era eso, las antenas de los elefantes, lo que había estado buscando.
Sexo y arte en la misma cama.




2 comentarios: