De libros, regalos y despedidas.

Le he comprado a Ingrith un detalle, he ido por la mañana de compras y no sabia que llevarle.
Ni siquiera la conozco. Creo que cuando la vea me abrazaré a ella y comenzaré a llorar. No se porque he dicho que sí a esta locura. Solo se me ocurre a mí hacer estas cosas.
No conozco a nadie. (Típico ataque de nervios antes de hacer algo tan horrible)...

Después de dar mil vueltas, lo encontré. Un libro. ¿Qué mejor que un libro? Nada.
Me gusta regalar libros, es como dar pequeños trozos de mí. Los voy desperdigando por el mundo. Millones de partículas de Amanda por ahí. Hay libros bonitos, hay libros normales y hay libros que te cambian la vida. Yo de esos tengo unos cuantos. Así que imprimo mi personalidad en un libro y lo regalo. Cuando regalo un libro me rompo muchísimo la cabeza, porque me gusta regalar libros que para mí hayan significado algo, y espero que para la otra persona sea igual de especial.

He regalado muchísimos libros, y no creo que nadie nunca haya puesto tanto cariño en algo como yo cuando regalo un libro. Puedo pasarme el día entero buscándolo. Después lo regalo, y según como esa persona trate ese libro, me tratará a mí. No falla. Es una máxima en mi vida. Una ecuación perfecta.

A las personas que más he querido, les he regalado libros preciosos. De esos que nunca más se encuentran. Libros de viajes y de sueños. Libros únicos comprados en mercadillos, libros con una historia, con una parte de Amanda. Después esas personas han hecho lo que han querido con esos libros. Leerlos, guardarlos, encerrarlos, romperlos, quemarlos o dejar que el polvo se apodere de ellos. Lo que me gusta de regalar un libro, es que permanece en el tiempo. Es un regalo a largo plazo. Cuando pase el tiempo y ya ni siquiera los sapos se acuerden de mí, esa persona encontrará por el suelo un libro regalado por mí y pensará: Amanda...
Puede pensar cosas malas o cosas buenas, puede sonreír o puede llorar, podrá echarme de menos o preguntarse que será de mi vida, podrá hacer algo o volver a dejarlo donde estaba, pero el caso es que pensará en Amanda.
Y relacionado con ese pensamiento, siempre siempre va encandenada la historia que el libro lleva dentro. Por eso es importante que el libro sea un buen libro, que cuente una buena historia en la que yo esté reflejada. Porque esa historia voy a ser Yo en cierto modo cuando el tiempo pase. Voy a ser las historias de los libros que he regalado. Le podrán volver a regalar el mismo libros cientos de veces, pero con mi nombre irá esa historia. Y yo puedo elegir como quiero que me recuerden, por eso regalo libros.
Incluso cuando ya no estoy, sigo estando en esos libros. Sigo dejando regalos cuando me voy, cada vez que la persona abra ese libro estoy segura será feliz. Porque siempre que regalo un libro trato de hacerlo en un momento especial, no en un cumpleaños o en navidades. En un momento de esos que recordarás toda la vida. En el típico momento que jamás esperas que alguien te regale nada porque no lo mereces, pues Amanda aparece con un libro. Entonces cuando abra el libro se acordará de ese momento, en el que Amanda le regaló un libro. En los peores momento de mi vida, siempre he regalado libros. Y en los mejores también. No es casualidad, soy yo. No es casualidad que ese libro esté en tu poder, he sido yo que he querido regalarlo justo en ese momento.

Hoy voy a regalar dos libros importantes, uno es a Ingrith, y el otro, el otro puede que el afortunado ni lo sepa, ni se acuerde ni le importe. Porque al irme, cuando me vaya en ese avión, habré regalado el libro más bonito de mi vida, porque no pienso volver a por él, ya volví una vez a por él y regresé vacía, sin libro y sin ganas de no volver nunca más en su busca. Ese libro vale demasiado para mí, pero todo lo horrible que fué para mí querer recuperar el dichoso libro, es superior a mis fuerzas y mis ganas. El libro ha ganado al final y debe quedarse donde está.
Ha viajado mucho, pero su destino no es venirse en la maleta.
Es de esos libros que me tienen a mí dentro, en forma de líneas y de marcas de lápiz. Y el gesto de irme sin él en mi maleta tiene un significado muy importante para mí, el más importante de todos. Comisión por Omisión diría mi profesor de penal. Dejo algo aquí, omito el libro más importante de todos. Significa que una vez más, sigo regalando libros en momentos en que nadie se imaginaría que le estén regalando un libro.Significa que soy Así. Impredecible y espontánea, de esas que nunca se desprende por un buen motivo de algo tan importante.
No es un regalo cualquiera, y puede que la persona que lo reciba jamás logre entender ni siquiera un 10% de la importancia que tiene para mí. Yo me fuí por esa puerta descompuesta, y deje allí dentro algo muy importante, lo que había vuelto a buscar. Al menos me queda el consuelo de saber, que aunque yo me haya quedado más vacía que nunca, alguien ha ganado. Es como una partida de ajedrez, uno gana y otro pierde. Yo nunca dejo de querer a las personas, incluso cuando me quedo vacía, por eso ese libro está donde está. No es pura casualidad.

Ingrith, la única persona que conozco (que ni siquiera la conozco) de toda la inmensidad de kilómetros que tiene Alemania, sé que marcará un antes y un después en mi vida. Puede que después de ella vengan otras personas con las que compartiré mi vida y mi espacio allí, pero de momento ella es la única. Así que el libro que le compre tiene que ser un libro que marque la diferencia en mi vida. Un libro que hable de huidas y de viajes, de caminos. Un libro para conocerse a uno mismo: El Siddharta. Como no...
Así que con toda la ilusión del mundo que recorrí todo Vigo en busca del Siddharta en Alemán. Horrible búsqueda. Iba por las tiendas y me ofrecían muchos otros libros en Alemán. Pero tenia que ser ese. Mientras lo buscaba pensaba en la cara que pondría al verlo... Pensaría:
"extraña estudiante extranjera, que en vez de traerme unas galletas me trae un libro así".
De camino en la búsqueda del libro compre unas galletas también, no vaya ser que sea una glotona y me de con el libro en la cabeza.
Apareció. Mi querido Siddharta en Alemán. Me lo envolvieron en un papel Verde. Creo que fui la única persona en un buen radio de kilómetros alrededor que compró ese libro en Alemán. Porque cuando preguntaba por él me decían: "¿Pero tiene que ser en Alemán? Lo tenemos en español. Tenemos otros." No no, tenía que ser en Alemán y tenía que ser ese.
Es una edición preciosa, la portada es negra de un tacto suave y solo pone: Siddharta en un azul muy brillante.
Allí dentro, va la Amanda más importante de todas. Espero que Ingrith consiga entender el significado de mi regalo. Y haga de ese libro un buen uso.

Así que acabando con mi última entrada en este blog desde una conexión española, como siempre mis últimas palabras tenían que hablar sobre libros y regalos.
Libros porque soy yo.
Regalos porque me gusta dar, me han hecho demasiado daño, pero yo no me canso de dar. Muero en el intento si hace falta. Es la única característica en mí que me hace ser humana, demasiado humana. Y aunque sea por lo que más he sufrido, es algo que no cambiaría de mi.
Y despedidas porque me he despedido ya de una parte grande de mí.
Bonita, dura y cruel. En ese orden de sucesos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario